Los cañones de la guerra carlista suenan en Estella 136 años después

La ciudad del Ega acogió un desfile y refriegas de soldados de las tres guerras acompañados del sonido de su artillería. (Fuente: Diario de Navarra)

Los artilleros en acción para montar la pólvora en los cañones, una réplica exacta de los utilizados en las guerras carlistas. (Foto: Montxo A.G.)
Los artilleros en acción para montar la pólvora en los cañones, una réplica exacta de los utilizados en las guerras carlistas. (Foto: Montxo A.G.)

Verano de 1873. Las tropas liberales, en un intento desesperado de evitar el acceso de los carlistas en Estella, vuelan el puente románico junto al Santo Sepulcro. Un gesto inútil, en agosto entraban los partidarios del pretendiente don Carlos a la ciudad y la convertían en la capital de un estado que se extendía por Navarra y País Vasco.
Invierno de 1876. La tercera guerra carlista da sus últimos estertores con la conquista de Estella por el ejército español leal a Alfonso XII y la huida de don Carlos a Francia. Es febrero y tras un atronador intercambio de pólvora la refriega enmudece. Y así durante 136 años, hasta que el domingo, a las 12.15 horas de la mañana, en torno al puente románico, se escuchó un cañonazo. Quince minutos después, las tropas carlistas irrumpían de nuevo en la ciudad. Comenzaba de esta manera el desfile de las tropas en Estella, que sirvió como aperitivo de un programa turístico para la comarca en torno a las tres guerras. Le tomará el testigo el 9 de junio la batalla de Lácar, con una recreación sobre esta refriega en la misma localidad del valle de Yerri, y pondrá el punto final la de Abárzuza, el 16 de junio, en la que también se teatralizará la muerte del General Concha. Una iniciativa en la que se han involucrado el Gobierno de Navarra, La Asociación Turística Tierras de Iranzu, los ayuntamientos de Estella, Yerri y Abárzuza, el Museo del Carlismo de Estella, la Fundación Ignacio Larramendi y el Museo Zumalakárregui de Guipúzcoa.
125 hombres y mujeres escenificaron la entrada carlista a Estella, en una expedición encabezada por tres jinetes: el coronel Zumalacárregui (encarnado por Juan Sánchez de Guardamino, de Abárzuza); general Elio (José Carlos Iribarren, de San Sebastián) y general Mendiri (Fernando Ripa, de Estella).
Tras ellos, tropas de artillería e infantería con los uniformes de las tres guerras; la primera se nutrió con once integrantes de la asociación donostiarra Urgull Histórico, encargados de disparar los cañones de la Salve de San Sebastián y activos miembros de recreaciones de guerras en el país y fuera de nuestras fronteras. Ellos portaban los mosquetes de avancarga (la munición se introducía por delante) mientras que la soldadesca de la segunda y tercera guerra, tal y como ocurrió en la realidad, llevaban los fusiles Remington. Para nutrir estas tropas acudieron los voluntarios que participan en la batalla de Lácar.
La comitiva se completaba con una banda de música, para lo que se contó con la presencia de 18 integrantes de la formación de Cirauqui a las que se les proporcionó dos partituras: Xuberoa y Behenafarroako Martxa II. Y por detrás, un grupo de mujeres y niños rurales arengadas por el sacerdote interpretado por Pedro Echávarri Vega, de Kilkarrak, que no cesaba de agitar al pueblo -y de paso a los espectadores- al grito de: "viva el ejercito real, vivan Los Fueros, viva Don Carlos" o el más popular de: "al enemigo, ni agua".

SALUDOS REALES
La columna carlista partió del Santo Sepulcro y, de ahí, recorrió La Rúa -donde se detuvo en el Museo del Carlismo para desde el balcón del antiguo palacio del gobernador que lo cobija recibir el saludo de doña Margarita de Borbón-Parma, esposa de don Carlos, a la que encarnaba la actriz de Estella Inés Bengoa Lacarra. "Estoy acostumbrada a este papel porque ya lo interpreto en las visitas teatralizadas que se hacen en el museo. Aunque esta vez sí me ha supuesto un poco más de nervios porque la puesta en escena es mucho mayor y por tanto el público. Pero había que estar a la altura de las tropas", bromeaba.
Después -y enmarcados por una muralla humana de miles de personas- se continuó por plaza San Martín, puente del Azucarero y paseo de La Inmaculada donde les aguardaba una tropa liberal encaramada al ayuntamiento. De esta manera se recordó la resistencia de las tropas en el antiguo convento de San Francisco, actual sede municipal. Tras un intercambio de disparos, se enfiló por el paseo hasta desembocar en la plaza de Los Fueros. Otra vez carlistas y liberales se enzarzaron en una escaramuza con cañonazos para finalmente las fuerzas leales a Alfonso XII caer prisioneros. Estella, en hora y media, era ya carlista. Una pequeña licencia a la historia ya que la conquista se prolongó desde el 18 hasta el 24 de agosto de 1873.

Escribir comentario

Comentarios: 0