En ocasiones nos preguntamos acerca de qué es eso que algunos llaman Destino.
Dicen los que en él creen, que el futuro de los hombres está escrito, y que por mucho que se haga, nada podrá impedir que se cumpla lo comprometido. Sin embargo, a veces ese destino, por las
vueltas que nos hace dar, parece que se haya escrito de corridas, o que se esté escribiendo en el mismo momento en el que suceden las cosas, como si el encargado de transcribirlo improvisase en
ese instante la mejor solución para nuestro día a día. Llegados a este punto, surge una duda. ¿Quién es ese escritor, quién escribe el Destino de los hombres a voluntad?
Las noches de verano en Olite no son como las que uno imagina: se les llama de
verano porque transcurren en esa época del año, pero al menos en la antigua residencia de los Reyes de Navarra, el verano viene a ser un otoño convencional, en cuyas horas de luna bajan las
temperaturas y el viento del norte se entretiene jugando a colarse entre los muros del Castillo-Palacio. No es normal que a finales del mes de julio el público se deje ver con cazadoras y
mantas, pero ya reza el dicho: ande yo caliente,... ¿Qué sería del Festival de Olite sin esas noches tan características? Yo las prefiero, pues es una más de las muchas señas que identifican las
mágicas veladas en las que Olite se viste de Teatro. ¡Por muchos años tengamos que seguir llevando abrigos!
Representar El sueño de una noche de verano de Shakespeare debe suponer para
cualquier actor una gran responsabilidad por tratarse de una de la obras más representadas en los últimos años. Si a ello se sumamos que no eres un actor profesional, sino que formas parte de un
Taller de Teatro de una pequeña ciudad navarra, la presión sostenida no tiene que ser menuda. Sin embargo, cuando ofreces lo mejor de tí mismo, cuando sientes lo que haces y te crees el personaje
que representas, nada podrá frenarte y el nivel que ofreces al espectador en nada desmerece al de una propuesta profesional. Es la grandeza de las tablas, que no entienden de reconocimientos
previos sino que juzgan en el momento de forma implacable.
El martes, en el escenario de La Cava, el Rey Oberón y su esposa, la Reina
Titania, señores del reino de las Hadas, volvieron a hacer de las suyas y el destino de los humanos, una vez más, fue el que a sus voluntades les apeteció. Al mismo tiempo, se tejen dos historias
más: la de los duques que están a punto de celebrar su boda, y la de una compañía de actorzuelos de tercera que deben actuar en dicha boda. Amores confundidos, desamores, conjuros y
encantamientos... Y en mitad de todo ello, el duendecillo Puck, el más astuto de los sirvientes de Oberón, que ejecuta las órdenes de su amo sin el acierto deseado, dando lugar a una trama
vertiginosa y cambiante que no le concede al espectador un sólo segundo de respiro.
El grupo que conforma el Taller de Teatro de Kilkarrak, procedentes de
Estella, consiguieron un alto nivel interpretativo durante los ciento diez minutos que duró el espectáculo. Además, gracias a la colaboración del Grupo Instrumental Klof, consiguieron enfantizar
de un modo original y sencillo, siempre visible, las diferentes situaciones que se daban a medida que iba avanzando la obra. La pasión con la que se entregaron y el amor que derrocharon hacia el
texto que interpretan consiguió hacer olvidar al espectador su condición amateur, así lo confirmó el extenso aplauso final que recibieron del público.
Al final de la obra, queda la sensación de lo poco que quizá significan
nuestros propios actos, de la incertidumbre que genera pensar que, quién sabe, quizá nuestro Destino únicamente dependa del aburrimiento de un algo por encima de nosotros, o de las ganas
de enredar que ese algo tenga. Somos, por tanto, esclavos de su voluntad y no nos queda otra que aguardar sus caprichos, y que éstos nos favorezcan. Y si no, al menos que nos perjudiquen
lo menos posible. O, llegado el caso, si salimos trasquilados, que tengan a mano ese líquido milagroso que vierten sobre nosotros cuando dormimos, que no recordemos nada ni nada nos afecte de lo
pasado, para hacer borrón y cuenta nueva si se les va la mano.
EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO de William Shakespeare
DIRECCIÓN
Ion Barbarin
REPARTO
Raúl Urriza
Rakel Sampedro
Pedro Echávarri
Elsa Preciado
Pablo Lisarri
Angel Hervás
Yolanda García
Cristina Lisarri
Javier Hernández
Ander Osés
Paola López
Carlos García
Judith López
Barbara Zabalegui
Lucia Echávarri
Natalia Lisarri
COMPAÑÍA
Taller de Teatro Kilkarrak
Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués
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