Lácar, en la línea de fuego durante la Tercera Guerra Carlista

Más de 200 figurantes reproducen ‘La Batalla de Lácar’ , que a punto estuvo de cambiar el curso de la Tercera Carlista en 1875. El conteo de visitantes engordó el concejo de Yerri, de 79 vecinos (Fuente: Diario de Navarra)

De rodillas, un soldado del bando liberal espera el avanza por sorpresa de las tropas carlistas (Foto: Ander Luquin)
De rodillas, un soldado del bando liberal espera el avanza por sorpresa de las tropas carlistas (Foto: Ander Luquin)

Natxo Gutiérrez - Lácar

Sucedió como en su réplica teatralizada de el sábado por la tarde. Las tropas del general carlista Mendiri sorprendieron al contingente liberal en una refriega que dejó en sus filas una estela de un millar de bajas. Ni la fecha en el calendario y mucho menos las condiciones meterológicas fueron coincidentes. La Batalla de Lácar, también conocida con el sobrenombre de La Sorpresa de Lácar por la celeridad con que se produjo el ataque, ocurrió “en una fría tarde del 3 de febrero de 1875”. Este sábado, el sol desaconsejaba ocupar las sillas expuestas al calor sofocante que irradiaba.

La distancia del tiempo -143 años- no minaba el recuerdo de una contienda, que -como señalaba Charo Apesteguía, gerente de Tierras de Iranzu- “estuvo a punto de cambiar el curso de la Tercera Guerra Carlista”. El recién nombrado monarca, Alfonso XII, estuvo a punto de ser apresado desde una posición cercana que ocupaba en el monte Esquinza.

Donde hubo descargas de fusilería y bayonetas caladas, en la plaza del Rebote, los mosquetones volvieron a escupir humo, aunque la balística estuviese remplazada por munición de fogueo.

El recuerdo de lo ocurrido comprometió a unos 250 voluntarios, la mayoría en calidad figurantes. Provenientes del valle de Yerri, de Pamplona y Guipúzcoa, el cartel -coordinado por Pedro Echávarri y José María Tuduri, en calidad de directores- y devolvió durante algo más de una hora al concejo a una época pretérita.

Antes de que hablasen las armas, los testigos de la función teatralizada conocieron el viático con el que se administraba a los moribundos la extramaución. Anunciado a golpe de campanilla por el monaguillo, que interpretó Hodei Arboniés, el sacerdote (Pedro Echávarri ) se abrió paso entre un gentío exclusivo de mujeres que bailaba al son del acordeón.

La madre de "Josico" llora su pérdida. En la realidad, María Arboniés y Unai Lezáun son madre e hijo (Foto: Ander Luquin)
La madre de "Josico" llora su pérdida. En la realidad, María Arboniés y Unai Lezáun son madre e hijo (Foto: Ander Luquin)

Un periodista inglés

Los lazos en la realidad quedaron anudados en la ficción, con la coincidencia de diferentes miembros de una misma familia en la sesión vespertina. Unai Lezaún Arboniés -primo del monaguillo- volvió a dar vida por cuarto año a Josico, el mozuelo díscolo de las advertencias de su madre que se incorporó a las filas carlistas y que un disparo perdido acabó con su vida. Finalizada la recreación, madre (María Arboniés) e hijo -en la ficción y en la realidad- celebraron su reencuentro en su propio hogar de Lácar.

María Luisa Ganuza Alcalde fue de la partida de las tropas asaltantes como una de las abanderadas, tocadas con boina blanca y borla. La función -como resumió- reflejó "un acontecimiento de 1875, lo que pasó".

Ánder Osés, de Dicastillo aunque residente hoy en Estella y componente de la compañía de teatro Kilkarrak, dio vida al periodista Charles Austin, corresponsal del Times de Londres. Su curiosidad le empujó a estar en primera línea. Con un ejemplar de Le Monde en la mano, mostró el papel relevante de los periodistas internacionales para dar cuenta de La Batalla de Lácar y otras que fueron historia.

La caballería, comandada por el general Mendiri, entra en la plaza de Lácar (Foto: Ander Luquin)
La caballería, comandada por el general Mendiri, entra en la plaza de Lácar (Foto: Ander Luquin)

La anécdota: La caída de un caballo llevó el susto a su jinete y al público

La caída de un caballo, con un oficial carlista de alta graduación en sus lomos, elevó el susto de la sesión al aire libre. Supuso un imprevisto, reducido a una anécdota, que fue resuelto sin la menor demora en el desarrollo de la actuación. El jinete volvió a tomar las riendas y siguió su camino, sin mayores consecuencias.

El sacerdote, interpretado por Pedro Echávarri, implora al cielo para que cese el fuego de las armas (Foto: Ander Luquin)
El sacerdote, interpretado por Pedro Echávarri, implora al cielo para que cese el fuego de las armas (Foto: Ander Luquin)