Texto del programa de "La boda"

Yo no me caso todos los días.

¡Beban y no se pongan tan rígidos!

¡Ya se han casao!

¡Ya se han casao!

Levantemos las copas a la salud de estos dos seres nobles que hoy se entregan por primera vez el uno al otro -¡Ja, ja!- y para toda la eternidad -¡Ja, ja, ja!- La Boda: un acontecimiento único -o quizá no tanto-. Después viene la vida, la vida hostil, seguro el divorcio, quizá otra boda.

Como si de un programa de televisión se tratara -cuando miramos a través de ese ojo de cerradura obsceno en el que se convierte a veces la pantalla-, en una boda podemos mirar todo de cualquiera, las grandezas y miserias universales del ser humano. El pretexto da igual, pero una boda sirve. Los personajes van quitándose la piel de cordero con la que uno se viste cuando va a un acontecimiento de este tipo y aparece entonces el verdadero ser que llevamos dentro: auténtico, espléndido, lleno de energía arrolladora. Es el momento del verdadero banquete, se come, se devora, la bacanal de las emociones se ha desatado.

Gracias Kilkarrak por darme la posibilidad de asistir en vuestra compañía a un momento mágico del teatro.

Ángel Sagüés