Texto del programa de "La doble historia"

"Todo teatro humano es inevitablemente político, pero no todo el teatro político es necesariamente humano."

Peter Brook

Acerca de la obra

 "La doble historia" es fruto de la casualidad. Casualmente Amnistía Internacional ofrece a Kilkarrak realizar un espectáculo que tuviera algo que ver con los derechos humanos. Aceptamos el reto. Casualmente un amigo nos comenta la existencia de "La doble historia" de Buero Vallejo. Leemos el texto original y redescubrimos un autor y una propuesta teatral que en estos días no está precisamente de moda. Comienza el viaje y como compañeros del mismo se unen gentes de otros ámbitos artísticos, las artes plásticas y la música. Por eso en el resultado final tendréis que valorar este espectáculo como un esfuerzo solidario entre distintas personas que casualmente quieren denunciar actos que no pasan por casualidad.

Acerca del telón que hemos pintado

La tortura, ya se dijo, no es que sea inhumana, qué va, es perfectamente humana. Su presencia constante a lo largo de la existencia de nuestra especie es buena prueba de ello. Esa violencia sádica hay quien la considera rasgo exclusivo de los salvajes, de los bárbaros, de los coléricos que actúan en sociedades atrasadas, sojuzgadas por la dictadura, atenazadas por el abuso de poder.

Sin embargo no es así. La crueldad de quien aplica dolor para doblegar al disidente es algo que ocurre con mucha más frecuencia y extensión en el mapa político y social de nuestro mundo de lo que muchas veces queremos llegar a creer.

Pero recrearse en la violencia no es nuestro patrimonio. Los leones, cuando son cachorros se divierten con pequeñas presas, las acosan, ensayan el juego de la caza, aprenden y la terminan devorando. Las peleas que dentro del mundo animal se suceden para dominar un territorio o lograr primacía en el grupo o ante la hembra, en las que con frecuencia no basta con ahuyentar o vencer al oponente sino que se precisa su desaparición, participan de la misma inclinación dominadora que lleva a algunos seres humanos a reventar a sus semejantes. No hay ámbito puro, no hay escenario de la vida ajeno por completo a la brutalidad, ni siquiera el hermoso, colorido fondo marino.